Los países son como las personas. Las hay expansivas, seguras de si mismas, capaces de proponerse desafíos y de llevarlos a cabo, y las hay apocadas, irresolutas, depresivas, incapaces de proponerse objetivos y de sostenerlos en el tiempo.
La pregunta que se abre al futuro es esa: ¿qué tipo de sociedad queremos? ¿Queremos de una vez por todas tomar el toro por las astas o vamos a seguir utilizando el pasado para resaltar nuestras diferencias y regodearnos en lo que ya no puede cambiarse?
Varias veces hemos criticado desde estas páginas a los políticos. Pero naturalmente parecen no tener la más mínima intención de cambiar las situaciones que mantienen este estado de cosas. Nada de dejar de lado las listas sábanas, ni las jubilaciones de privilegio, ni mucho menos terminar con la corruptela de cobrar porcentajes de los sueldos que reparten en el Congreso de la Nación. Ni qué hablar de la corrupción en las obras públicas, donde parece ser a lo largo y ancho del país, la regla entre los que tienen la responsabilidad de dirigir hasta la más pequeña intendencia.
Va llegar la hora en que los políticos tengan que cambiar, por las buenas o por la fuerza del hartazgo de la población, a la cual le sale muy caro en sacrificio todo este estado de cosas. Tendrán que encarar una reforma política que blanquee el origen de los recursos de partidos políticos, determine una reforma electoral donde el ciudadano tenga una mayor inmediatez con los candidatos (y no que los reconozca por ser figuras de la farándula o el deporte), y una modificación de la Ley de Ética Pública en donde se castigue muy, pero muy severamente, y en serio, a quien “mete mano en la lata”.
Con ello podremos pensar de aquí a 25, 50 y 100 años: cuanta población tendremos, qué problemas ambientales y energéticos vamos a tener que soportar, cuántas escuelas y hospitales, cómo tendría que ser nuestro sistema de defensa y nuestra seguridad, cómo se estructurará la relación entre los poderes públicos.
Pensar en grande para no ser colonia de nadie. Pensar en grande para planificar el futuro y anticiparse a los cataclismos. Pensar en grande para tener seguridad y justicia. Pensar en grande para crecer como nación y como pueblo. Volver a los ideales de Mayo, para tener una Patria más digna de ser vivida, y para que vuelva a ser el faro de la libertad para todos los hombres del mundo de buena voluntad.
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6 comentarios:
Quisiera tener la misma fe que usted en que el pueblo tome por las astas al toro. Pero ya a demostrado que el pueblo sigue el camino de sus intereces y no los de la patria. Pocos son ya, los que velan por algo más que sus propios intereces.
A pesar de todo me alegra encontrar alguien que no solo se define patriota sino que desde la letra lo demuestra.
Amigo, le agradezco su comentario, aunque lo noto muy pesimista. Pude ver por su perfil que es Ud. hombre de Armas. Bueno, sólo puedo decirle que la Revolución de Mayo, contra lo que muchos creen, fue obra de un pequeño grupo, que naturalmente luego fue seguido por el pueblo. Aun en muchos lugares recién cuando la Revolución estaba triunfando se plegaron los ciudadanos. Lamentablemente esa es la condición humana. En todas partes del mundo cuando la economía funciona más o menos bien, los ideales quedan para después (le recomiendo el excelente estudio "Las Guerras Civiles Argentinas" de Juan Alvarez, y allí verá la influencia de lo económico en los conflictos argentinos. Pero, como veníamos diciendo, no hay que decaer, las grandes empresas son para los hombres de corazón. Recuerde Ud. las luchas del General Belgrano y las mil dificultades que tuvo, primero por no ser un militar de carrera y tener que estudiar a la luz de la vela las estrategias de los generales griegos, luego ante la incomprensión de sus superiores, y finalmente ante la envidia y el desagradecimiento de sus compatriotas. No es fácil la vida de quien tiene ideales, pero es mejor tenerlos que ser un puerco a quien solo le interese lo que pasa en el chiquero. Recuerde Ud. los ideales del General San Martín: la guerra la haremos incluso si tenemos que quedarnos en pelotas como nuestros hermanos los indios. Ruégole que no se desanime y que trate de compartir sus pensamientos con otros (con cuidado por supuesto) porque como dijo el gran poeta Leopoldo Marechal: "La infancia de la Patria se prolonga màs allà de tus fuegos, hombre, y de mi ceniza. La Patria es un dolor que aún no tiene bautismo: sobre tu carne pesa lo que un recién nacido." Atentamente. Alejandro R. Melo
Le ruego me disculpe si mi comentario no fue muy alegre que digamos. No por eso quiero sonar derrotado y menos sin todavía presentar batalla.
Mi idea partía en separar lo que el pueblo quiere con lo que la patria necesita. No por eso hay que atentar contra el pueblo pero si cuidarlo de si mismo.
Para esa misión dios creo a los patriotas.
Y si bien el panorama es desastroso, eso solo nos da más motivos para ni aún muertos renunciar a esta sagrada empresa.
Sus datos historicos son acertados y me alegra encontrar personas que gustan de la historia.
Lo saludo atentamente,
Jc
Estimado amigo, le retribuyo el saludo y agradezco nuevamente su comentario, y ya que veo que a Ud. tambièn le gusta la historia, aquí va una cita del General Belgrano:
"Trabajé siempre para mi Patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método, no desorden; disciplina, no acaso; constancia, no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia."
Saludos. A.R. Melo
Mi estimado:
Me quitare el sombrero para saludarlo pues así me han enseñado. Ya que alguien que cita al mismísimo General Belgrano, no solo preserva su legado sino que inspira respeto y confianza.
También estirare mi brazo para estrechar su mano. Pues hoy más que nunca los hermanos deben estar unidos.
Espero tener el gusto de leerlo nuevamente.
Debido a que sus escritos a muchos serven de aliento.
Lo saluda atentamente,
Juan C.
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