martes, 4 de mayo de 2010

EL BICENTENARIO Y UN PAÍS QUE DEBERÍA ESTAR FESTEJANDO


No todos los años se cumplen 200 años. La Patria nació en Mayo de 1810 como un sueño, un sueño de libertad, de igualdad de oportunidades. Hoy, a doscientos años, y peor aún, a cien años del Centenario, muchos de los sueños de nuestros mayores se han hecho trizas. Deberíamos estar festejando. Pero sólo festejan los políticos con una cosmética penosa de lo que debería ser el sentido de la Patria y su verdadera libertad. Penoso en lo interno y penoso en lo externo. En lo externo, porque todavía hoy hay parte de nuestro territorio ocupado por una potencia imperial(Gran Bretaña), que sin embargo sigue siendo propietaria de muchas empresas en la Argentina, sus ciudadanos tienen tierras en el territorio continental argentino. Cabe preguntarse si un país en serio, con una parte de su territorio ocupado, luego de una guerra perdida pero con la justa reivindicación como la Argentina, no debería considerar como potencia ocupante a Gran Bretaña y adoptar todas las medidas económicas y sociales para enfrentar tamaña afrenta. No se trata de ir a la guerra -no se asusten los estúpidos que piensan que es indispensable la efusión de sangre para tener una estrategia contra un país colonial-, entre otras cosas, porque hoy, luego del desarme sistemático que sufrieron nuestras Fuerzas Armadas, es impensable una maniobra armada. La maniobra además de diplomática debe ser económica, social, cientifico - tecnologica, política. Es decir, adoptar todas las medidas que un país soberano puede tomar en defensa de su dignidad, mientras persiste el retrógrado intento colonial de un dragón sangriento que se niega a aceptar su decadencia y su persistencia en el incumplimiento de las resoluciones de las Naciones Unidas. Para los que sólo piensan en hacer negocios, les recordamos que la sangre de los soldados argentinos todavía está caliente en la tundra malvinera. Que ellos son tan héroes y tan argentinos como los valientes a los cuales les debemos la libertad y la Independencia y que formaron parte de los ejércitos de la Patria que combatieron al español en los comienzos de nuestra historia.
En lo interno, la corrupcción, y no sólo de funcionarios gubernamentales, sino de muchos integrantes del arco político, nos averguenza a la mayoría silenciosa de los argentinos. No formamos parte de la lucha mediática, pero somos las víctimas de los abusos cotidianos. Mientras los políticos están muy ocupados en cómo ganan votos satisfaciendo a un sector de la sociedad que ostenta impúdicamente sus conductas desviadas (pretendiendo que es lo mismo un hombre que una mujer, y yendo no ya contra los principios morales sino contra las leyes naturales), hay miles de chicos argentinos que se mueren de hambre. Hay jubilados que perciben una mísera jubilación, hay hombres y mujeres que se agolpan en los hospitales para poder ser atendidos y hay miles que viajan colgados de los trenes del Gran Buenos Aires para poder cumplir con su trabajo cotidiano. De esos argentinos nadie se ocupa. Es más facil repartir planes para movilizar piqueteros profesionales que tener una política en serio, en la que el hombre se sienta digno porque puede llevar el pan a la mesa de sus hijos, ganado con el sudor de su frente. Qué decir de los niños que deambulan por las calles de las grandes ciudades sin que nadie se ocupe de ellos. Borrachos, embebidos en "paco" o en pegamento, pidiendo lo que la sociedad debería darles por el solo hecho de ser niños: escuela, vacunas, salud, educación, una vivienda digna (no regalada, sino obtenida por sus padres con el fruto de su trajo). Y qué de nuestros pueblos originarios, de los cuales los políticos de turno se ocupan sólo durante la época de elecciones. Cuantos hermanos nuestros mueren en una miseria espantosa, en el abandono del Estado.
Y si hablamos de la inseguridad ¿qué diríamos? Que existen jueces imbuidos de una mal entendida defensa de las garantías individuales, a resultas de cuya interpretación, los ciudadanos decentes son los que viven aterrados esperando cada día de dónde va a venir el ataque de la delincuencia. Está muy bien la defensa de los derechos humanos y la preservación de las garantías procesales, pero también son derechos humanos el poder caminar sin miedo por la calle, el poder vivir en libertad sin el terror de que a la vuelta de la esquina podemos encontrar la muerte a manos de un delincuente.
Un país mejor es posible, un país que se levante sobre su propia dignidad, en donde volvamos a sentirnos orgullosos de nuestra seguridad (el poder volver de noche sin que nadie nos moleste), donde para hacer negocios no se necesite dar "cometas", donde nuevamente haya escuela pública para todos los argentinos. A los políticos tenemos que decirles: no somos una camiseta de fútbol. No somos una masa informe a la cual solo le interesa embotarse con los programas decadentes de la televisión. Somos el Pueblo Argentino. El verdadero pueblo que en 1806 y 1807 le hizo frente a los ingleses. El mismo pueblo que luchó por la libertad y dejó su sangre regada por los campos de América para que de un polo hasta el otro resonara la voz del clarín llamando: "Oid Mortales, el grito sagrado, Libertad, Libertad, Libertad!!!!"