viernes, 6 de abril de 2007

LA HORA DE CAMBIAR


Ya hemos señalado desde estas páginas, la perplejidad que nos provoca la realidad argentina, en muchos de sus aspectos. No llegamos a comprender, por ejemplo, cómo los políticos que se dicen "socialistas" y pretenden eregirse en defensores de los derechos humanos, permitan que tantos chicos argentinos estén en el siglo XXI en la más absoluta miseria y abandono, sin escuela, sin futuro, muchas veces sin documentos, desnutridos, abandonados en la calle,sin afecto, drogados con pegamento o con drogas aún más peligrosas que les comen el cerebro, hacinados en villas miserias, sin sus vacunas, sin orden ni valores en sus vidas. Cómo puede ser que se piense que es mejor que el Estado no intervenga, o que basta con repartir planes trabajar o Jefes y Jefas de hogar o como lo llamen los gobernantes de turno, o cajas "Pan" o cualquier otra dádiva, sin poner manos a la obra en terminar de una vez por todas con la miseria, la promiscuidad, la enfermedad, la prostitución infantil. Cómo es posible que en pleno siglo XXI mis compatriotas y hermanos tengan que hacer colas muy temprano y esperar meses para ser atendidos en un hospital público. Cómo es posible que el Estado deje venir abajo un hospital como el Hospital de Clínicas, en donde en otras épocas se formaron tantos médicos y se atendió a tantos argentinos y extranjeros con la excelencia del conocimiento científico. Cómo subsisten las villas miserias, sin que exista un plan concreto y efectivo de total erradicación de las mismas, no como un regalo, sino como un medio de terminar con la miseria y la inseguridad, como una forma de dar escuela, salud, documentos, calzado y ropa adecuada, abrigo. Cómo en un país que está todo por hacer el Ministerio de Salud sólo se interese en repartir profilácticos en vez de contribuir a un plan de educación y de auxilio a las familias. Cómo es posible la candidatura de estos personajes cuando abiertamente se esté tratando de atentar contra lo más sagrado e indefenso de la vida humana, procurando legalizar el aborto y otros intentos bastardos, en vez de glorificar al Altísimo por la vida y en vez de poner manos a la obra para que no exista un solo argentino sin educación, sin atención médica, sin seguridad pública, sin Justicia. ¿Esta es la defensa de los derechos humanos que nos propoponen los políticos? ¿Qué visión de país nos están proponiendo? ¿Las de las próximas elecciones, donde todo se arreglará poniendo un papel en una urna? El Estado sigue ausente. Lo estuvo con los liberarles que desvastaron nuestras empresas, nos dejaron sin industrias, y lo sigue estando hoy con el abandono de las cosas realmente importantes. Los políticos han perdido la brújula, porque se han refugiado en sus sórdidas ambiciones pero carecen de honestidad y patriotismo. Nuestro sistema de partidos políticos está obsoleto, caduco, vaciado de contenido político, y es el exclusivo refugio de los ambiciosos y de los vagos. Ya no hay nadie que haga las cosas por sus ideales o por la grandeza de la Nación. Lo único que les importa es en qué lugar de la lista sábana van a ser ubicados, o que puestito van a recibir en alguna repartición pública. Ya es hora de cambiar. Para que una Nación pueda crecer en serio, es indispensable que el Estado se haga cargo de sus responsabilidades y que comience a elaborar planes serios, no basados en las próximas elecciones, sino planes a 50 años, de manera de que pueda llevarse adelante un verdadero saneamiento. Las verdaderas transformaciones son producto de la visiòn de los estadistas. Pero para ello es indispensable el tiempo, la coherencia y la continuidad en las metas (no la perpetuación en el poder, por Dios!!), es decir, es necesaria la visiòn, los objetivos compartidos claros y la continuidad de las instituciones. Para pensar en un futuro es necesario que exista una verdadera coordinaciòn entre todas las áreas del Gobierno, que fije objetivos y que controle el cumplimiento de las metas. Que exista una eficaz coordinación de la información y códigos y lenguajes comunes. Si la Argentina quiere dar el salto hacia la verdadera modernidad, se requiere la visiòn del Estadista y el funcionamiento de las instituciones con coordinación pero con independencia de opinión. Ojalá nuestros dirigentes encuentren el camino para producir las transformaciones que son indispensables. De lo contrario iremos de promesa en promesa, de elección en elección, de modelo en modelo, pero sin llegar nunca a ejercer la política en grande, aquella que piensa con la cabeza, pero que tiene en el corazón caliente el profundo amor a la Patria.

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