sábado, 29 de marzo de 2008

EL CONFLICTO ABSURDO

Que la Argentina es un país agrícola - ganadero no es ninguna novedad. Es decir, que el país depende mucho más de la producción agrícola que de la industria apenas recuperada, también es una verdad de a puño. Que el país logró, casi mágicamente, levantarse en muy poco tiempo luego de la crisis del año 2001, donde estuvimos al borde de la anarquía gracias a las exportaciones agrícolas es otra verdad. Que el tipo de cambio se ha mantenido alto gracias al Gobierno también es cierto. Por esa razón no logra comprenderse la racionabilidad de este conflicto que durante más de quince días ha enfrentado a los productores agrícolas y al Gobierno. Las retenciones tienen razonablidad siempre que, como cualquier otro tributo, mantengan cierto margen que no las transforme en confiscatorias (la Corte Suprema dijo reiteradamente que el límite de la confiscatoriedad es un 33% del capital, pero, incomprensiblemente las retenciones se transformaron en móviles y progresivas, estando actualmente en el 44%). Hace pocos días el Gobierno proclamaba que tenía U$S 50 mil millones de reservas en las arcas del tesoro. Es decir, no debería ser una acción recaudatoria. Pero al error inicial, las autoridades doblaron la apuesta, intentando forzar la situación enviando fuerzas de choque: los camioneros de Moyano para reprimir a los productores. Entre tanto, en las ciudades se revivió la situación del año 2001. Volvieron los cacerolazos. Naturalmente que además de la gente que tiene campos y de los hijos de la gente de campo que estudia en Buenos Aires y otros centros urbanos, han salido a la calle los disconformes y los opositores. Pero la verdad es que el Gobierno se ha equivocado. Se ha equivocado porque: 1) aumentó las retenciones en medio de una campaña agrícola (quitando confiabilidad y toda posibilidad de estimación de costos a los que ya habían invertido); 2) quiso enfrentar a los productores con la patota de los camioneros de Moyano; 3) Se exasperó por las protestas de la gente en las ciudades, particularmente en Buenos Aires, y mandó a la patota de D"Elía a agredir a la gente que protestaba; 4)No tiene una política agrícola - ganadera nacional -absurdamente en un país de nuestras características no existe un Ministerio de Agricultura y Ganadería-; 5) de un conflicto que era sectorial -con los productores agrícolas-, las declaraciones han hecho que se transformara en un conflicto con otros estratos sociales, escalando el conflicto en lugar de desescalar; 6) La Presidenta se equivocó al exponerse directamente en la confrontación, cuando debió dejar a sus ministros que intervinieran directamente, para poder tener fusibles en el caso necesario y no transformarse ella misma en la figura cuestionada.
Ahora se ha abierto una instancia de negociación, luego de que la Presidenta intentara llamar al diálogo. Por ahora no existen propuestas concretas respecto de las retenciones, y el conflicto amenaza con reavivarse. Es como si el Gobierno se hubiese metido en un conflicto innecesario. No midió bien la capacidad de reacción de los productores y el efecto en la sociedad civil.
El conflicto innecesario, porque el Gobierno no necesita -según su propia estimación para generar superavit de un aumento de las retenciones- y porque este conflicto fundamentalmente erosiona al propio Gobierno y perjudica a la Argentina en su totalidad y a la población en general. Esperemos que los muchachos aprendan a no echar más nafta al fuego y por favor, que no sigamos tirando alimentos...

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